Precisamente hoy tenía que pensar en “eso”. Temía hacer esa pregunta, sin embargo la hice y lo que conseguí fue una carcajada, burla y hasta cierta lastima. En fin, creo que el decir las cosas no siempre es la solución. Ahora tuve que recurrir a mi “Ese maldito yo” que en tantas ocasiones me ha servido de bastón en inminentes caídas y debo darte las gracias por hacerme sentir así, tan miserable como siempre, como sólo tú sabes hacerme sentir, herirme, desgarrarme, provocar esta tremendo vacío en mi pecho, esa maldita ansiedad de mierda. Gracias, en verdad muchas gracias, hoy pude darme cuenta de que la segunda oportunidad no fue lo que realmente esperé ni mucho menos lo que quise de ti, de tu persona.
Horror es lo que sentí, nunca pensé que tú, si tú, no ese saco de carne, esa carcasa, sino tú, toda tú, lo que eres, la verdadera tú, la que no está en la carcasa, la que hace que la carcasa se mueva fuera capaz de decir tales cosas, de inundar mis ilusiones con tanta desolación y vacío. Llenaste mis dulces arcas con podredumbre y miseria existencial.
No. No quería sentirme así, las cosas no tenían por qué ser así. Los pájaros cantaban, voleteaban alrededor mío, entre mis más felices recuerdos tuyos, ahora tengo una enorme bola de mierda en tu lugar, a la cual solo se le acercan las más grandes moscas para alimentarse de tu estupefaciente aroma. Para poder embarrarse las patas y posarse en algún lugar para dejarlo salpicado de esa tú, esa mierda que a lo lejos puede reconocerse.
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