diciembre 25, 2006

JAMES BROWN HA MUERTO


Me siento frente en mi escritorio y enciendo la computadora, como de costumbre, consulto las noticias, en el lapso de abrir el Firefox abro el Winamp y doy play a Try Me de James Brown, como si fuera premonición la nostalgia y el sentimiento de esta rola me arrancan una salada lagrima. Minimizo el Winamp y acudo al Firefox para leer las noticias del día, en un encabezado leo lo siguiente:

JAMES BROWN HA MUERTO

He quedado helado, petrificado, pasmado y sin poder hilar palabras por unos instantes, acto seguido telefoneo a un viejo amigo con el cual comparto material de James.

El teléfono da tres tonos y por fin, la voz de mi camarada me dice, ya te enteraste!!! Que mal pedo… es que en verdad sentí culero el hecho de que su majestad James Brown nos haya abandonado. Descansa en paz.

REPASO TURBO

No sé por qué, pero el día de hoy me sentí un poco raro, ebrio de razón, más no tenía la explicación, no es que ya la haya conseguido, es sólo que ya casi es hora de dormir y prefiero dejar que la duda se desvanezca con el sueño…

Tras no haber posteado nada en un tiempo, al menos no muy personal, creo que un recuento de los daños será más que suficiente para poder poner al día sus perversas, mórbidas y morbosas mentes. Para comenzar, fin de semestre, como es de esperarse me fue de la patada, no es que lo presuma ni pido compasión, es quizá que se acepta toda la lastima a granel. En lo personal, creo y comienzo a creer que creo demasiado, más no me puedo quejar. En lo social he recuperado un poco del terreno perdido y poco a poco regreso a una correlación con la demás gente que habita esta basura llamada vida.

En estos días he frecuentado mucho el Coligrafo, bar a todo dar que está a la vuelta del hotel América y que es atendido por la budita y por su jefatura, precioso lugar, ameno, tranquilo, lo suelo comparar con las reuniones en casa de un amigo que vive solo, buena vibra y larga vida a los coligrafos.

ALGO ACERCA DEL "MAGISTER"

El caso de Cioran es un caso único de individualismo en filosofía. Cioran no construye ningún sistema filosófico, ni tampoco lo desconstruye. Un filósofo así es un filósofo sin discípulos ni maestros. Él mismo es a un tiempo discípulo y maestro de sí mismo. Y con razón Cioran temía más a los discípulos, a los seguidores, que a los detractores, pues son aquellos los que primero corrompen un pensamiento. Y cuando se trata de un pensamiento sobre la corrupción, y por añadidura de un pensamiento corrupto, los malentendidos se multiplican. Aunque quizás decir que el pensamiento de Cioran es un pensamiento asistemático no sea más que repetir un tópico y un error redundante, pues tal vez no haya pensamiento más obsesivamente sistemático que el suyo. No hay nada que Cioran no pase por el cedazo de la duda, del escepticismo, de la sospecha. Ninguna creencia, ninguna idea, ninguna convicción están a salvo. Cioran, para decirlo de una forma cartesiana, no duda por sistema sino que duda del sistema mismo. “Nunca he comprendido que se pueda dudar por método”, escribió en sus Cuadernos. O dicho con mayor propiedad, no duda, está convencido de la falsedad, de la vacuidad, del sinsentido; pero también de que no hay nada fuera de él, de que no hay recambio posible, de que todas las alternativas son la misma alternativa vista bajo diferentes luces. Si hay un destino, “palabra selecta en la terminología de los vencidos”, ése sería el destino.

A Cioran se le ha tachado de nihilista, escéptico, pesimista, místico o cínico. Evidentemente no es ninguna de esas cosas, pero sólo en el sentido de que podría serlas todas, incluso en ocasiones, todas a la vez. Anti-filósofo, como él mismo se definió en alguna ocasión, su obra, sin lugar a tudas una de las más lúcidas del siglo XX, ocupa un lugar de excepción. Una obra al margen de la filosofía, como él fue un hombre al margen de la sociedad, pero sin renunciar ni a la una ni a la otra y manteniendo con ambas extrañas relaciones, extrañas complicidades. Quien consideraba las definiciones como la tumba de las cosas, difícilmente iba a permitirse encajar en ninguna.

El místico es el hombre en el que ha prendido el sentimiento de la muerte, sentimiento que para Cioran es el único criterio que divide tajantemente a los hombres en dos clases irreconciliables entre sí. Todas las demás divisiones y clasificaciones son intercambiables, es decir, un día el hombre puede estar en una determinada clase y al día siguiente pasar a otra, incluso a la clase contraria y seguir siendo el mismo hombre: sus determinaciones no le cambian sustancialmente, digamos que se aclimata a la nueva situación. Pero el hombre que sabe que debe morir y vive sabiéndolo, pues el otro aunque también lo sabe vive como si no lo supiera, vive una vida diferente, una vida que transmuta paradójicamente la obsesión por la muerte por la obsesión por la vida. Y esta pasión extremada por la vida, esta voluptuosidad frenética, es la esencia misma del misticismo. Tengo el “sentimiento místico de mi indignidad y de mi decadencia”, escribió, también en sus Cuadernos. El místico no puede vivir en el mundo, sabe que la “realidad es una creación de nuestros excesos, de nuestras desmesuras y de nuestros desarreglos”, pero tampoco puede vivir fuera de él. ¿Vive entonces al margen, en los márgenes del mundo? Podría ser; así vivió en cierto modo Cioran, en un estado de contemplación de la existencia, entre la decepción y el desengaño. Pues el hombre nos decepciona, sus empresas, sus deseos, incluso sus sufrimientos, son siempre limitados, absurdos, o ridículos; pero es la humanidad la que nos desengaña, ya que no tiene finalidad alguna. Cuando se produce el desengaño, ese sentimiento singular que nada tiene que ver con su plural, los desengaños, y ni siquiera con la suma de todos ellos, si el desengaño ha sido sincero, se asiste al espectáculo de la propia vida. “Y lo más inmediato es sentir y amar mi propia miseria, mi congoja, compadecerme de mí mismo, tenerme a mí mismo amor. Y esta compasión, cuando es viva y superabundante, se vierte de mí a los demás, y del exceso de mi compasión propia, compadezco a mis prójimos. La miseria propia es tanta, que la compasión que hacia mí mismo me despierta se me desborda de pronto, revelándome la miseria universal”. Pero el desengaño también es fruto de la pasión y no de la ciencia, de la razón, como podría presumirse. La ciencia y la razón engañan, incluso cuando dicen la verdad, tal vez sobre todo cuando dicen la verdad, pero no desengañan nunca. El desengañado no es un descreído, ni tampoco un incrédulo, sino alguien que cree en la nada, y en consecuencia en lo imposible. “La pasión es como el dolor, y como el dolor, crea su objeto. Es más fácil al fuego hallar combustible que al combustible fuego”, escribía Unamuno.

El desengaño, al que sólo está expuesto el hombre que ha esperado algo, es decir, el hombre que ha tenido esperanza, y la esperanza en el fondo no es más que un anhelo de fe, tiene sólo dos vías, dos soluciones: el misticismo o el nihilismo. Y Cioran, que entre el amor que es sufrimiento, que es dolor y sustancia de la vida, y la dicha que es un estado de satisfacción y conformidad con la existencia, había elegido, o había sido elegido por el amor, no tiene más salida que por las alturas, es decir, el misticismo. ¿Un místico nihilista? Bien pudiera ser en su caso, acostumbrado a moverse entre las contradicciones más afiladas. Y la contradicción entre el deseo y el pensamiento era tal vez la que más le atormentaba. Por otra parte, nadie ha hablado con más desprecio del amor que Cioran. Imposibilidad suprema, compendio y resumen de todas las imposibilidades; pero recordemos que sólo lo imposible le despertaba algún interés, que sólo las tareas imposibles le eran dignas de admiración.

El desengaño a su vez destila la amargura, un sentimiento noble para Cioran, tal vez el único que se reconoce, pues la pereza, el hastío, no son sentimientos, son sus virtudes y, por encima de todas las virtudes, la virtud máxima por excelencia: la indiferencia. Para Cioran la indiferencia es una virtud virtuosa, si es que puede hablarse así, o un vicio virtuoso, “más noble que todas las virtudes”, como la duda y la pereza que para Cioran no son más que un catálogo de patologías. La indiferencia es lo único que nos preserva del fanatismo, “tara capital”, causa de todos los males del hombre. Pero se trata sobre todo de la indiferencia hacia la razón, pues la pasión no deja indiferente nunca a Cioran. En realidad, aunque él no lo diga con estas palabras, él prefiere llamarla enfermedad, la pasión es lo que sostiene su escritura y viceversa. “Tengo la pasión de la indiferencia”.

Entre el 24 de julio y el 28 de agosto Cioran no escribe nada en sus Cuadernos (presumiblemente dejados en París). La primera anotación de ese 28 de agosto de 1966 dice escuetamente: “Vuelta de Ibiza: sólo soy capaz de una forma de valor: el valor de desesperar. (¡Siempre lo mismo!)”. el 19 de noviembre de ese mismo año (1966) escribe: “Tendré que decidirme de una vez a escribir La noche de Talamanca, proyecto que he abandonado vergonzosamente. El 5 de septiembre había escrito: “Un atardecer en Ibiza, solo frente al mar, experimenté de una forma aguda el sentimiento del absurdo del honor o, si se prefiere, de la honorabilidad”. El Cuaderno de Talamanca está formado por las notas que tomara Cioran el verano de 1966 en Talamanca, un pequeño pueblecito de Ibiza. “Es el testimonio de una crisis” dice su editora Verena von der Heyden-Rynsch, pero es que la obra toda de Cioran es el testimonio de una crisis como nos demuestran el resto de sus libros. No es fácil de digerir el conocimiento sin esperanza.

Hay autores sobre los que se puede escribir, incluso cuando su obra es prácticamente ilegible, son la mayoría, y otros, en cambio, una minoría, a los que se les puede leer pero no se puede escribir nada seguro de ellos. Cioran es uno de estos autores. No se trata sólo de que hayan dicho la última palabra sobre su obra, es que su obra niega, refuta, fulmina cualquier comentario que se haga sobre ella, uno escribe por ejemplo: el pensamiento de Cioran es la más radical refutación del racionalismo consolador de la filosofía. Y un buen día releyéndole se topa con un “Yo lo que soy en el fondo es un racionalista”. Y si corrige la frase, tacha racionalismo y lo sustituye por irracionalismo, días después puede toparse con la frase: “Debo a mi irracionalismo mis raros momentos de lucidez”. Y lo más turbador de todo es que te das cuenta de que él no se contradice mientras que tú sí. Que no es que haya ejercido ese derecho, inalienable al parecer, a la contradicción, sino que en su caso lo ha considerado un deber.

El hombre considera que tiene derecho a contradecirse, a afirmar y negar las mismas cosas alternativamente según su conveniencia o su capricho, o simplemente su memoria, y a pesar de ello sigue teniendo a la razón en un pedestal y reverenciando a la verdad. Tal vez porque la razón ha inventado la contradicción y no haya nada más contradictorio que la verdad. Sus pasiones son impermeables a sus convicciones porque ni las unas ni las otras son sinceras, no son más que deseos y opiniones, y en la mayoría de los casos ni siquiera propios. Y a esa conciencia de que nada nos pertenece es a lo que no puede resignarse el hombre. Dicho de otro modo: el hombre puede resignarse a todo menos a la nada. Y la resignación es una forma de creencia como la creencia es una forma de resignación. Naturalmente, creer en nada es un contrasentido.

Sólo prospera, sólo fructifica, lo que se hace a medias. Las medias verdades son más digeribles por el hombre que la verdad desnuda, que suele serle indigesta. Un exceso de pureza, de perfección, siempre tiene algo de repulsivo, de falso, de hipócrita. El pensamiento, cuando se obstina en llegar al fondo de las cosas, se aniquila. Nos falta el aire en las profundidades y en las cumbres es demasiado puro. “Ir demasiado lejos es dar infaliblemente una prueba de mal gusto” dice Cioran, pero ir hasta el final significa perecer: la nada no tolera encontrarse consigo misma. Una nada enfrentada a nada, pensamiento absurdo donde los haya (“una nada trabajando en nada” Hegel), como un pensamiento enfrentado al pensamiento. El lenguaje sirve para pensar, pensar sobre el lenguaje es una perversión. Una doble perversión, como lo son todas cuando lo que se pervierte es la función originaria, a la vez del pensamiento y del lenguaje.

“ ‘Sentí un funeral en mi cerebro’ —cita Cioran de su querida Emily Dickinson—. Yo podría añadir como Mademoiselle de Lespinasse: ‘En todos los instantes de mi vida’. Perpetuos funerales del espíritu”

diciembre 21, 2006

EL TERRERO 2006

El pasado domingo mientras los demás dormían, tres idiotas se preparaban para lo que sería un día cargado de emociones y una aventura totalmente fuera de borda. Corrían las 6:45 AM y Neri y yo nos encontrábamos en el primer punto reunión para dirigirnos a la casa de Mesina, llegamos y subimos las bicicletas y el equipo a su camioneta y emprendimos el camino hacia Soriana, que es el punto donde quedaron de verse los que se supone iban a acampar allá arriba, en El Terrero.

Llegamos, estacionamos y de inmediato Javier, el dizque encargado, nos puso cara de fuchi y de inmediato nos quiso enjaretar los garrafones y algunas otras cosas para que las subiéramos en la camioneta pero se la peló, pues de inmediato le dijimos que no, que íbamos cuidando nuestras bicis, por lo que se enojó bastante.

Ahora nos encontrábamos ya en camino y subiendo hacía la reserva de la biosfera de la sierra de Manantlán. Llegamos a El Terrero y bajamos las bicis para dar un paseo introductoria de lo que sería el descenso de dicha sierra. Fuimos al “saco del queso” y pude ver venados y demás fauna corrosiva… sobre esto no hay mucho que contar, sólo que hacía mucho frío y estaba insoportable. Regresamos a donde dejamos la camioneta y nos preparamos apara comenzar a bajar… partimos.

Campo uno, todo bien, el frío golpeaba y calaba los huesos, el viento soplaba y silbaba en las ramas de los pinos. Los kilómetros transcurrían uno a uno así como los minutos que parecían no tener fin. La desviación a Lagunitas, maldición, que frío, el camino aún no comenzaba a escarparse tanto y el descenso aún no llegaba del todo. De pronto la cordillera de la sierra, los volcanes majestuosos de fondo durante el trayecto, algunos animales circulando en torno nuestro, los coyotes aullando en señal de nuestra intrusión en su territorio. Inevitable el tener que detenernos y contemplar la monumental y sorprendente vista, en mi vida había sido testigo de tan tremendo espectáculo, los sentidos estaban omnibulados y la razón entorpecida.

Continuamos con el descenso, ahora sí, el camino lleno de grava, piedras, baches, cunetas, saltos, tierra suelta y demás complicaciones nos comenzó a mermar, no obstante mantuvimos el paso impetuoso y la velocidad se podía sentir correr a través de nuestros neumáticos. Así corrieron los largos kilómetros hasta campo cuatro, ya bastante mermados y cansados no nos quedaba más que aguantar leña y seguir cuesta abajo en nuestras ya tres horas y media de recorrido. Por fin llegamos a la carretera y el cruce de Juluapan, los brazos derrotados, las piernas entumidas, el corazón agitado, los pulmones adoloridos y la piel reseca como muestra de la fría hazaña. Para variar Mesina no llegó por nosotros y tuvimos que pedir un aventón.

En total hicimos cuatro horas veintidós minutos de El Terrero hasta Juluapan, en verdad que es pesado y cansado el recorrido pero brinda la oportunidad de un acercamiento con lo que está a punto de desaparecer, el medio ambiente y su fauna. Gracias a los que estuvieron ese día ahí, Neri y Mesina, por confiar en mi y no dejarnos atrás nunca y saludos a las paletas de hielo, jajaja, ósea, los que acamparon y al gay de Javier por su tan chafa proyecto.

diciembre 11, 2006

OTRO INVIERNO CRUDO...

Este invierno ventoso y húmedo descubro repentino, que un fugaz silencio me adorna el frío de tu ausencia con lentejuelas brillantes y suntuosas como aquellas semillas de luz que sembramos un día en el jardín secreto de nuestro idilio.

Un niño huérfano convertido en ave alza vuelo y canta. Hoy sin quererlo yo, ha amanecido el cielo gris, de nieve contenido, y mis pupilas se me han nublado con un resplandor de magia. Una sola lágrima azul ha alborotado las cenizas durmientes del Fénix que asesinaste aquella tarde con tus blancas manos de amante.

La melancolía matutina de este día de sombras ha despertado antes que yo, y a ojos ciegos va persiguiendo tu ombligo, haciendo tumbos en cada recoveco de tu cuerpo desnudo y silencioso como una nube perdida. Tu espalda, perenne y efímera en mí recuerdo, cansada de llevar encima un universo entero, yace tendida de medio lado como herida de muerte por la tenaz espada del tiempo.

Esta mañana fría, un duende azul ha renacido y abriendo un hoyo sangrante en mi pecho va viajando por el ancho mundo sostenido de una hoja muerta que resume nuestra historia. Ahí va; sobrevolando sereno todos aquellos paisajes olvidados, impulsado por el diáfano viento que liberó el triste recuerdo de tus ojos que tantas noches insomnes reventaron en ráfagas tempestuosas de llanto.

Tu voz ha bastado para cubrir de escarcha luminosa el vidrio de la ventana de mi pecho. Naufrago a la deriva entre mis cansados sesos es tu recuerdo malherido y doliente. Mis manos se me han vuelto las sombras de encorvados ancianos convalecientes, y como veleros arrepentidos, de esos que navegan malditos en viejas leyendas de puerto, van danzando en delirio entre delfines muertos en medio del oleaje de otro Diciembre sin motivo.

diciembre 10, 2006

A MIS DESTRUCTORES...

Este sórdido sonido que no me deja dormir, este frío sudor maldito, esta horrible sensación, angustia, no lo puedo creer, estos días no he podido hilar horas amenas de sueño, maldita sea la hora en que conocí este sentimiento. Estos días que se supone serían bastante buenos, corren impetuosos, ensalzados en glorias pasadas y futuras derrotas.

Me aterra la idea del mañana, a veces cuando pienso en el día de mañana la angustia y esta maldita ansiedad me hace su presa y termino sentado en un rincón llorando al borde del suicidio. Algo me mantiene vivo más no puedo identificarlo.

Las palabras provienen de una extraña caja que guardo en mis adentros, es ahí donde el verbo se conjuga y mi razón clama por el alivio de las sensaciones “mundanas” y que llegan a quebrarla la mayoría de las veces.

Los pasados días han transcurrido tan distantes, siento que no los he vivido, apenas si recuerdo lo que hice el día anterior, me frustra tener que sentirme así, aparte de ser extremadamente cansado. No he escrito, mi mente se ha bloqueado, he abandonado por unos días la labor de escribir y actualizar el blog, sinceramente vivo en una tormenta en este momento, paciencia les pido, no olviden que antaño reí junto a ustedes, no me maten, toleren mi entupida condición y de ser necesario sientan lastima por esta mundanidad atormentada.

diciembre 02, 2006

PARA NETO, HUGO Y QUIEN SE QUIERA UNIR AL TEMA...

Salve Neto, recibe salutaciones desde mi pequeña isla perdida en el gran océano de la infranqueable ansiedad post-soledad. Con singular entusiasmo leo que retomas el tema de las “amarras” con el muelle de la cordura y la vida social, me parece perfecto y te apoyo cien por ciento, sólo que me salta al camino una duda. Qué pasa si al individuo le gusta sentir y vivir su extraña y eremita condición, sé que suena un poco mórbido, sin embargo creo que existe una sola rama de nuestra amada “raíz madre” que puede ofrecernos una especie de alivio, sólo para evitar el termino angustia, y ese es el existencialismo. En verdad que nos hace falta una reconceptualización, como decía el Dr. Omer, entender o reinterpretar al hombre desde una perspectiva incluyente, fíjate mi Neto que podemos lanzar un analogía con kierkegaard en su existencialismo cuando dice que un existencialista es un hombre pleno, alejado de cosas que le dañen, no atenta contra su vida y es Ética y Moralmente recto, pues primero se debe “alinear” la propia existencia para poder “alinear” la de alguien más. En este punto se cruza con lo que decía uno de los asistentes a la mesa, una postura incluyente.

A continuación cito tus palabras hacia Hugo.

"La angustia proviene de una constante huida del yo que desagrada, que parece incompleto y nos mantiene en una constante saturación de cosas externas, emociones, sensaciones, "el infierno son los otros" lo que parece completarnos, los que parecen no sufrir. ¿Pero eso tiene sentido?".

Ahora cito algunos fragmentos de lo de Hugo para tener una referencia.

“La vida no se trata de tener un orden, un sentido es solo de complementar la existencia y ya con eso cumples, no tienes la finalidad de ser feliz, de ser triste, de ser enojón, de ser un huevón etc etc etc, de nada.”

Retomemos a Kierkegaard. Primero enderezar la propia existencia, superarse a mí mismo, como yo le llamo, pero al parecer Hugo sostiene una lucha interna con un conflicto de identidad que no lo deja, esto Hugo, es la respuesta que te prometí acerca de tu “estado”. Por eso no considero que su respuesta sea un buen punto de partida para iniciar ese proceso, solamente se encuentra dando tumbos en un cuarto oscuro sin puerta.

diciembre 01, 2006

QUÉ RÁPIDO LLEGÓ DICIEMBRE ¡¡¡


CREO QUE FUE EN DICIEMBRE CUANDO TE PERDÍ

EN EL OSCURO RINCÓN DONDE LOS DESEOS CRECEN…

QUÉ RÁPIDO LLEGÓ DICIEMBRE. OTRA VEZ EL LÍO DE SIEMPRE, TÚ SIN MI YO SIN TI, FRÍO Y ARDIENTE…



Hoy visité el cementerio, caminé por sus pasillos como buscando algo. El viento acariciaba mi piel y las hojas volaban como señal del infranqueable frío invernal.

Los recuerdos acorralaban a la razón, no podía más, tenía que detener ese tormento, huir, conseguir serenidad en medio de todo ese caos que ametrallaba mi conciencia y mutilaba mí sin razón. Mi corazón latía tan rápido como podía, mi cordura rayaba la locura, quería arrancarme la piel, desgarrarme el un fatal olvido. Cerrar la puerta y no mirar atrás. Caminar entre los muertos y escupirte a la cara una vez más.

Al pasar a un lado de tu maldita tumba pude leer por milésima ocasión el epitafio y caí en cuenta igual número de veces que todo carecía de sentido sin ti, sin tus alas levantando vuelo entre las suaves sábanas a la luz de la media noche, tus pétalos ya no rodeaban la flor y el néctar escaso o nulo no me regalaba ni gota de su agrio perfume. Te odié por hacerme sentir así, grité a los cuatro vientos que deseaba hacer pacto con la muerte para dejar de pensarte, más al ofrecerle mi oferta me dijo que no podía, que mi idea de ti me perseguiría por el resto de mi tonta y vacía existencia.

Que rápido llegó Diciembre, frío y ardiente. Otra vez el lío de siempre. Tú sin mí yo sin ti. Odio sentirme así, la frustración es cada vez más grande, florece en las estepas de la desesperación.

Sólo toma el arma, apunta y dispara, no quiero sentir dolor, sólo quiero verme caer en el espejo…

SEMANA CULTURAL ????

El día de hoy me lancé a la facultad de Filosofía de la cual soy alumno no muy regular yo diría, jajaja, en fin, se está llevando a cabo la semana cultural, la cual constó de dos miserables días atascados de conferencias y de una proyección de la cinta BLADE RUNNER la cual creo que vi en mi ya lejana y turbada infancia.

La verdad es que el día de ayer miércoles no me paré más que un rato por allá, pues andaba con Clau y el Neri rolando y perdiendo un poco el tiempo. Pero el día de hoy llegué un poco tarde después de una fallida asistencia a una reunión del grupo de trabajo del proyecto de El Terrero que se llevará a cabo en próximas fechas y que promete ser alo sin precedentes, también es una oportunidad de realizar un descenso en bicicleta, lo cual me llena de gusto pues nunca me he aventado un descenso tan largo y agresivo, downhill al más puro estilo. Retomando el día de hoy les cuento que llegué tarde a ña primera conferencia, la cual estaba siendo impartida por la Maestra Emilia Luna Zamora, que desde mi humilde parecer es una señorona en toda la extensión de la palabra, tanto por su carácter, actitud y por sobre todo por su amplio saber acerca de temas filosóficos y por ende sociales. Después de eso me chuté una rica torta de lomo adobado en compañía del Asfixias (Neto), y nos metimos a una mesa, el tema giraba entorno al cuestionamiento acerca de hacia dónde vamos. Asistieron cuatro personajes: el Dr. Omer, el director de Psicología, un matemático chiflado y un Dr. en proceso de titulación en derecho ambiental.

Primero el director de Psicología habló acerca del papel de su área en el futuro del humano, después el Dr. Omer se sacó algo de la manga, citando a Schopenhauer con lo cual sustentó su idea del hombre como razonable y sensible y desde ahí lanzar una crítica hacia el sistema de mercado actual. Esto llevó más adelante a llegar a la conclusión de que el antropocentrismo generado a partir de los socráticos está mal interpretado pues coloca en el centro al humano y trata de resolver y de entender al mundo desde esta postura, sin embargo Omer nos hizo notar que si se toma una interpretación diferente acerca de los presocráticos podremos lograr grandes avances, algo con lo que, de manera muy personal, estoy de acuerdo. Sobre todo cuando intervino el Dr. en derecho ambiental al hablar acerca de una postura biocentrista, dejando claro que es tiempo de dar marcha atrás y volver sobre nuestros pasos para poder corregir errores y tomar el control de lo que aparentemente ya no lo tiene. Enseguida el matemático se lanzó al ruedo hablando acerca de que la matemática está en crisis gracias a un teorema de un desquehacerado polaco que puso en jaque todo el sistema de las Matemáticas y por ende las reformó y llevó a crisis.

Desde este punto es que el Matemático habló acerca del gran error de las matemáticas, más no de su derrumbe, si no de cómo esto ha servido para dar marcha atrás y volver sobre los pasos para poder corregir. He aquí el claro ejemplo de que se puede corregir el rumbo de este gran barco que parece estar a unas cuantas olas de sucumbir en las profundas aguas de la destrucción y la tragedia humana.

Para terminar pronto, logramos estar sobre la misma línea al hablar acerca de que se necesita un rescate a la vos de ya y que este se puede dar sólo a través de las humanidades, comenzando por una Ética y una moral que sean incluyentes a la hora de crear nuevos sistemas morales y éticos.