marzo 30, 2006

Te fuiste?

Desde que te fuiste, ya van contadas más de cien noches seguidas soñando contigo sueños incomprensibles, borrosos, tan insignificantes que se me ocurre por tierna paranoia, que un fantasmita de ti, me persigue con los brazos abiertos para llevarme a dormir a su cama. No me imagino lo que será de mí, si sigo así y en mil y una noches, aún no te tengo, para contarme cuentos, para cantarme, para acurrucar mi nostalgia en tu maternal infinito.

Desde que te fuiste, polvo soy, esparcido por esta gran ciudad. Temblorosas cenizas de incienso, revoloteando en todas las direcciones, un juego de pólvora invisible, haciéndose nada con el viento. Inútiles rastros de mirada perdida, que del cofre de tu pecho, has dejado libre. Por ti, partículas soy, que para evitar la prisión lamentable de estas carnes frías, se evaporan de cada poro, y se hacen cansada humedad en callejones silenciosos y fríos.

Desconoces acaso que construiste en mí, un mundo perfecto, donde cada tornillo, cada tuerca tenía un fin. No había nada en esta Tierra que no tuviera un significado preciso, que sobrara, que no existiese para mi. Ahora busco mi corazón en cada mancha en el asfalto, en cada hueco, debajo de cada piedra. Desde que no estás, el sentido, la astucia de mi instinto, la he perdido, se me ha empequeñecido. Ya no se como decirte que te extraño, que en verdad, yo a tí no te dejo de decir -te amo-.

Para no olvidarte, tu memoria se me ha vuelto inquieto colibrí y ha venido a hacer entre mis sesos su nido de ramitas y flores. Y a pesar de tantas astillas y >> de raíz <<>

Has abarcado tanto en mi cabeza, que tantas palabras tuyas se me empiezan a desbordar por los oídos y zigzaguean como hormigas por mi pecho, por mis brazos, por mi ombligo dormido. Mis pupilas intermitentes son luciérnagas después de la lluvia, bajo el rocío. En los charcos de lágrimas que son mis ojeras arrepentidas, viejitos fracasados aún intentan pescar para tí algún sueño desvanecido. Nada le puedo yo hacer, si confabula el universo para no olvidarte. Como esconderme de ti, cómo huir. Si al dar media vuelta, te encuentro de frente, todo el tiempo, cuidando mis pasos con parsimonia, recordándome cuánto he aprendido de mi mismo con cada nueva tarde, cuantos enigmas quedaron por revelar en nuestro camino, cuanto vale una esperanza, si es suficiente para continuar este delirio, este dulce martirio.

No me cierres la puerta de tu corazón, déjala sin candados, entreabierta, y yo sabré entrar cuando menos lo esperes para estar a tu lado cuando despiertes. Mientras yo te vea en la lejanía haciéndote una con el sol del atardecer, cómo cambiar, si te vas caminando sobre el mar, y a cada paso que das, una ola nace de tu tobillo de mármol y viene a reventarme aquí entre mis pies descalzos, una andanada de espuma tuya. Cómo ignorar, que si me anochece por dentro habré muerto, y seré para ti nada más como cualquier estatua griega en algún pálido museo.

Para mantener vivo el fuego, tus pechos como palomas siempre fieles, han venido a alimentarse de las migajas en mis labios. Mi sonrisa se me ha ido, caminando a paso lento, detrás de tus zapatos. Danzándote un vals, coqueteando con tu rastro. No sé cuando volverá, y si me traerá a su vuelta, de tu mente algún souvenir, alguna miniatura de ese monumento que es tu cuerpo, alguna fotocopia a colores de ese Miró que es tu carisma. Tengo calma y desespero, porque se que tan solo necesito una hora y nada más, una única hora a solas contigo, repartido en segundos infinitos, para conquistar tus rebeldes ojos de nuevo, para dejar vencido tu orgullo y tus motivos. Estoy tan seguro, que me río. Porque, quién te podrá seducir mejor que yo, con mi amor empedernido, y estas manos, niña, que jamás podrás dejar escondidas en el olvido.

Tu maldito recuerdo

Dice mi terapeuta que tengo un desorden bipolar, que tu partida y tu desgraciada actitud hacia mí me ha causado una enfermedad maníaco-depresiva, y me receta tarros de pastillas blancas que nunca tomo. Ahora ya sé a que se debe mi irritabilidad, y por qué tanto pensamiento acerca del suicidio, y estos cambios de humor tan drásticos entre morir y vivir. El cielo y el infierno, se han convertido para mí en el mismo lugar. La clave es que tú no estás en ninguna parte.

Todos necesitamos escapatorias o metas para sentir que pertenecemos en este mundo, sentir emociones para escapar la soledad de estas carnes. El peso que dejaste sobre mis hombros me ha hundido en la mierda, todo lo que has dejado aquí son recuerdos hipócritas, palabras demasiado volátiles, sensaciones que solo hieren, pero para seguir no me has dejado nada, asesinaste la esperanza, la ilusión y la confianza de puñalada en puñalada. Todo lo vivido juntos me ha sumido en una desolación terrible, que mi temperamento no aguanta, para sobrevivir y no tirarme de un puente, necesito huir, alejarme de ti, descargar esta violencia. Estoy harto de que tú, una simple y vulgar mujer, me haya provocado tanto rencor conmigo mismo. No es fácil aceptar todo lo que has cambiado.

Esto es más que solo un estado mental, esta es mi manera de perder la vergüenza por cada una de tus falacias, mi forma de decirte cuanto te odio. Una hora a la semana sentado en un sofá hablándole al doctor no cambiará nada. Ni aún arrodillándote he de perdonarte cada dolor que has causado, pues si he terminado embrutecido de llorarte, tanto tú como yo sabemos bien que no he merecido tu traición y tu olvido. Este amor nunca fue de términos medios.

He cerrado los ojos y me he tapado los oídos, pero sigo viéndote en sus brazos y sigo escuchándote decirle las mismas palabras que antes le prodigabas a este corazón. Quién puede mirarme y decir que yo no estoy ya muerto? Sí mis pensamientos aún se deshacen en palabras, es porque aún tienes que pagar lo que le has causado a este hombre.
Mi vida sería más equilibrada si nunca hubieses existido. Así como te amé, ahora todo lo sigo haciendo en exceso. Esta es una vida inesperada, que yo no he querido. Por las noches estoy tomando para reventarme el hígado, y consecuentemente paso en cama días enteros. Prefiero el desenfreno que el silencio, porque en el mundano ruido de la fiesta no te puedo recordar, y ya no me dañas.


Tal vez no puedas reconocer en estas palabras, a aquel que en tardes eternas, te lamía los pezones con ternura, jurando pelear hasta la muerte por tu felicidad. Será que en mi persona no has dejado ni un pedazo de ingenuidad. Me has mostrado la realidad, tan dura y absurda como es. Y si alguien me pregunta le diré, que el amor es el mayor desperdicio de vida que existe. Un gasto de tiempo, dinero y energía cerebral. Una alucinación que igual la causa vaciarse una botella de tequila. Lo que aún no comprendo es, por qué si has sido tú la que se cagó en todo lo que alguna vez creí bueno, soy yo ahora el que necesita de psicoterapia para comprenderme a mi mismo, dejarte vivir tu barata existencia, y adaptarme a este mundo, que cada día me late tan vil como tu alma...



marzo 20, 2006

20 AÑOS DE ZELDA Biz

Ayer se marcó el XX aniversario de la aparición del primer juego de The Legend of Zelda para NES en Japón. Muchos de nosotros no jugamos Zelda por primera vez en 1986 (de hecho algunos nacimos en 1986) pero bueno, para todos aquellos que nunca han jugado Zelda, permítanme decirles que es mucho, mucho más que “un jueguito”.

20 años de zelda
The Legend of Zelda

1Up presenta un excelente artículo respecto al juego y sus 20 años. Se hace una referencia al hecho de que a pesar de que el nuevo juego de Zelda se retrasó para el otoño, la gente está tan emocionada por el nuevo juego para Gamecube en 2006, como lo estuvieron algunos japoneses al descubrir el inicio de la saga en 1986. Si no es que mucho, mucho más. Es quizá el videojuego con el culto más grande de toda la historia.

Yo en lo personal reconozco la serie de Zelda como la mejor historia épica con la que he tenido la posibilidad de interactuar. Les doy algunos links para conmemorar sus veinte años:

  • El sitio oficial de Zelda con imágenes y trailers del Twilight Princess
  • Zelda Legends sitio de fans extremadamente completo, hasta tiene scans de los viejos manuales
  • Zelda Classic proyecto web como tributo al primer juego, pero que ha permitido la creación de nuevas historias y otras modificaciones
  • The Real Legend of Zelda animación de flash catálogada como la mejor parodia a Zelda y por algo será!

CODIGOS DE CELULAR por el compa Biz

Lo siguiente me llegó por email. Algo bueno tenía que salir de esos malditos forwards, estuve apunto de descartar el mensaje sin siquiera leerlo, afortunadamente no lo hice:

INTERESANTE DATO. Información MUY útil para usuarios de celulares ….Nos preguntamos, por que los comerciantes de celulares la mantienen oculta!!!

Es una especie de venganza pero al fin y al cabo por si nos roban el celular:

Para obtener el numero de serie de su celular, marque *#06# sin marcar send, aparece en el visor un código. Este código es único.

Tomen nota del mismo y consérvenlo en un lugar seguro. Si robaran su celular, avisen al operador y denle este código. Su celular podrá entonces ser bloqueado completamente, aunque el ladrón cambie la tarjeta SIM.

Probablemente no recupere su celular, pero por lo menos tendrá la seguridad de que quien lo haya robado no podrá utilizarlo nunca.

Si toda la gente tomase esta precaución, el robo de celulares seria inútil. Envia esto a todos tus conocidos y anota tu numero de serie!!!

La verdad es que hay varias otras maneras de conseguir tu número de serie y de reportar el robo. Otra cosa es que no se si éste código sea exclusivo de Telcel, talvez si. Lo que si se y tengo seguro es que hay varios otros códigos para acceder aspectos de configuración de los teléfonos celulares (de hecho recuerdo haber desconfigurado mi primer celular Nokia en 1999). Soy yo o ¿ya va siendo hora de que haya información de éstos códigos? Pienso que es sumamente importante que los usuarios interesados en tener conocimiento avanzado de los aparatos que tanto usamos, y que llegamos a ser dependientes de, podamos tener acceso a todo esto. Simplemente un poco más de control de nuestra inversión monetaria.


Nota personal: solamente funciona para Telcel, yo tengo un iusacell y no funciona el codigo...

MOGWAI EN MÉXICO por mi compa Biz

Como había mencionado era un monstruoso show el que nos esperaba este 17 de marzo.

Extrañamente muy puntual también. A las 9:01 se apagaron las luces y Austin TV salió al escenario. Ejecutaron varias piezas, en su mayoría puras nuevas y sólo dos viejitas conocidas. He visto en vivo a Austin muchas veces y puedo decir que sus mejores momentos llegan cuando no son ni abridores ni los de en medio, sino los últimos. Cuando pueden extender su show pues. De todas formas nunca falta el culero que mienta madres de la banda abridora sin siquiera poner atención a lo que está tocando. Creo que Austin lo hizo bien. No tenían un set muy largo pero ayudaron a arrancar.

Alrededor de las 10:20 salió Mogwai al escenario. Vestían overoles de los cuales se podían leer las palabras TEAM BEAST en la espalda. Abrieron con “Mogwai Fears Satan”, rola absolutamente épica [que dura 16 minutos y] que cierra su álbum debut de ‘97, Young Team. Jamás pensé que abrieran con esta. Siguieron con un bloque del Mr. Beast que, gracias a las bondades del internet, yo ya había podido escuchar desde diciembre; eso si, creo que la mayor parte de la audiencia (1000-1500 personas) no estaba muy familiarizada con las nuevas rolas excepto por lo que ha sonado en radio. Pero eventualmente regresan a algunos viejos clásicos y los hacen rugir como muy pocas bandas que haya escuchado en vivo. Intercalan lo nuevo con lo viejo como maestros. La cantidad de distorsión que manejan es irreal. Yo pensaba que sabía lo que era noise rock pero no lo tenía realmente claro hasta el pasado viernes:

Mogwai en México, 17 de marzo de 2006
Mogwai en México
. Foto por Toni François.

Véan las pedaleras de los escoceses. Sirve para darse una idea del ruído que hacen. Estuvo monstruoso. Bestial. Brutal. Esquizofrénico, ácido. Y dentro de todas las capas de ruido que rugen y gruñen violentamente, si te fijas detenidamente, empiezas a encontrar belleza y fragilidad. Se distingue. Dieron cierre con la apocalíptica “We’re No Here”, último track del Mr. Beast. Ahí se dio el primer y único encore, para retomar el escenario con la magnífica “My Father My King”, que en realidad es un EP de 20 minutos que venía incluído como extra del disco Rock Action. Jamás pensé que cerraran con esta. Tuvo un outro totalmente obscuro de alrededor de 5 minutos de ruido.

Han pasado más de 30 horas desde el concierto y yo sigo teniendo un zumbido en los oídos. Y esto no es para nada algo malo. De hecho cuando terminó yo estaba listo para al menos otra media hora. Es una realidad que Mogwai jammea durísimo. Mucho más fuerte que cualquier banda que haya visto antes. Para los que no los han visto, créanlo, es un ruido abismal. Dudo que alguna banda de metal o algún otro género que hayan visto se le compare en nivel ruido. Excepto talvez si hayan visto al duo Sunn O)))) o ondas nuevas de noise. Pero casi. Platicando con Barry (guitarra y teclado de Mogwai) en el after, comenta que es muy posible que vuelvan en octubre. Sea o no en octubre estaría muy bien que volvieran en alguna etapa de la gira.

Setlist:

“Mogwai Fear Satan”
“Friend of the Night”
“Acid Food”
“Hunted by a Freak”
“Travel is Dangerous”
“Yes! I am a Long Way From Home”
“Ithica 27o9″
“Ratts of the Capital”
“Glasgow Mega-Snake”
“2 Rights Make 1 Wrong”
“Helicon 1″
“We’re No Here”
[Encore]
y “My Father My King”

Momento memorable: uno de los integrantes tomó su guitarra desde la base y raspaba las cuerdas filosamente con el borde de una de las bocinas más altas. Advertencia: para los que no los hayan visto y tengan muchas ganas cuando vuelvan, lleven tapones para los oídos. Es escencial. Anécdota: mientras escribía esta reseña tocó una señora en mi casa queriendo compartir su firme creencia de que somos gobernados por Satanás.

..biz fears satan

¿Aún vives?

Nuestro amor. Delirio de pasión incansable, sentidos despiertos, un rayo de luz, dos cuerpos y una sombra de mar. Labios húmedos donde sobrevive el pez despierto de tu lengua, joviales delfines que se elevan sobre la tempestad. Tu vientre inquieto por el fuego de mis dedos caminantes. Besos vivientes que dejas en mi piel, la hiriente necesidad de abrazarte, tu respiración salpicada de ligeros quejidos, el tacto ardiente de tus manos agradecidas y tu mirada de placer vencida, mujer infinita, mujer mía. Toda la emergía implacable de tu cuerpo de madera encendida y tu alma de sol caliente, noche estrellada de luna llena y serenata de grillos. La combustión incendiaria de tu cuello y mi saliva. Tu libertad, y el lindo velero que en tus ojos navega en busca del poniente y esa sonrisa mágica que empieza en ti y termina en mí. Comunión. Yo en ti y tú en mí.

Toda tú te extrañan mis manos, mi piel, mi boca, mi corazón que cabalgando alcanza al tuyo. Nuestra hoguera, nido de amor, juego cómplice de roble y enredadera, lucha y tregua, ansia y vida. Paulina. Una llamita ligera en mi voz suicida aletea con el viento y ansío suspirarte al oído esta tarde, cantarte a escondidas un juramento eterno de ternura salvaje, de loca ternura, decirte mi amor, mi amor, que soy tuyo nada mas y todo alrededor, todo lo que ves y lo que sientes, el mundo y el tiempo, la música y el silencio, son tan solo nuestro sueño. Un sueño tan nuestro.

PONTE EL SACO, AMIGA, AMANTE MÍA...


Mujer silenciosa, que en el momento del clímax te deshiciste en humedad y dejaste tus piernas abiertas ante mí como dilemas sin respuesta. Mujer prohibida que viniste a recordarme que la cama no es para dormir sino para la carne y por ello te regalaste a mí. Mujer sin preguntas, mujer sin dueño y a la deriva, que una tarde cualquiera saliste a pescar miradas en altamar y en la niebla varaste náufraga en un muelle fantasma entre mi ilusión perdida y mi realidad. Mujer que no puedes existir a mi lado más que desnuda y en secreto. Mujer aventurera, que sin guerras ni palabras de fidelidad colonizaste un feudo encantado entre el sueño amado y mi presente certero. Mujer que a pesar de su entrega, en mi pecho jamás tendrá cabida.

Mujer que no puedo amar porque en un espejo olvidé la sonrisa, perdóname. Mujer condenada a serlo todo en un instante y luego nada, cuánto lo siento pero has llegado demasiado tarde. Por ello sólo vete, que de nada te valdrá prender el fuego sobre cenizas de pasiones antiguas. Dame la espalda y ve sin miedo mujer indomada, con los senos erguidos aunque yo jamás te siga. Vaga por el mundo con mi último beso en tu mejilla, y no mires atrás.

Porque fuiste viento al llegar a mí, recorre ciudades, despeina hombres, deshoja flores. Tu libertad no merece mi apatía. Para que no te canses de sobrevolar el mar, no te dejo en tu espalda ninguna carga, a manera de cortesía solo te dejo una veraniega silla plegable, para que de cuando en cuando te sientes a descansar, contemplando atardeceres fugaces a la orilla de alguna isla.

¡Oh mujer inocente, amor de un solo día! ¡Olvídame pronto, aunque no tengas prisa! Yo te aseguro, dulce musa repentina, que aquí yo no te aguardaré. Más si así lo quisieres, cuando nuevamente la luna llena te sorprenda más hembra que amiga, vuelve a mí. Vuelve justo la noche oscura en que mis labios ya casi te habrán de olvidar. Y en el silencio que antecede los amores furtivos, escribe con tu aliento en mi entrepierna que fuiste mía, aunque sepamos ambos que para que te ame mi alma, tengas que esperar tristemente hasta la siguiente vida.

RECUERDOS...

Hoy leyendo cosas nuestras, encontré una vieja carta...

Este cuarto donde vivo sin tus visitas, es como un manicomio para una sola persona, como un cráter en la luna, como el estómago olvidado de un muerto de hambre. Falta tanto de tu encanto aquí en esta cueva, en esta casa, que no lo es por convicción, sino por costumbre. Para avivar el fuego, no están tus senos. Y no tengo ese ardor que quema entre tus piernas. Pero flota como el ligero humo de un incienso, tu recuerdo. Y me incendia vivo, este deseo.

Definitivamente hace falta, si, tu presencia femenina que hace que todo adquiera una tonalidad distinta, que mis cosas adquieran vida y empiecen a hablarme, contándome historias. Otros dirán que hace falta un florero, una planta, cambiar el color de las cortinas, pintar las paredes. Pero lo que falta es tu mirada, iluminando mi mundo como un amanecer que no acaba, a esta silla y a esta mesa le hacen falta tus palabras como sortilegios. Todo es medio muerto aquí, mi cama que contigo es como el lomo de un potro salvaje, hoy yace inerte.

Y el aire es aire nada más, no es como ese oxígeno salpicado de luciérnagas que se respira cuando yacemos acostados en nuestra cama, después de amarnos como felinos rabiosos. No hay esas estrellas titilantes que nacen donde pones tus manos, solo quedan algunas dormidas sobre mi pecho, esparcidas como testimonios. Es una luminosa estela que baja hasta adornar la huella de tus labios delirantes, que danzaban aquella tarde un vals en mi sexo.

Pero pronto sacaré de la esquina lejana y olvidada, mi maleta empolvada de buenos tiempos. Y dejaré este lugar bajo llave y en suspenso. Tendré de nuevo un cuarto cerca de ti, en mi vieja casa, donde vendrás cada día a darme vida con tus besos, donde dibujaré mi sombra vivaz sobre el lienzo de tu blanco cuerpo. Mi mano será un cisne suicida bajando por tu espalda.

Comeremos besos. Tu boca será pan caído del cielo. Y mis labios agua. Y tu sonrisa de siempre, me hará levitar de nuevo, como una nube de verano, en nuestra habitación a media luz. Y cuando tengas miedo de que sea tan solo un sueño, tú tomarás mi mano como un ancla, y aterrizaré seguro con una de mis caricias, en el refugio acogedor que es tu desnudez.

EL COMPA NIETZCHE

"Quien ha alcanzado la libertad de la razón, aunque sólo sea en cierta medida, no puede menos que sentirse en la tierra como un caminante, pero un caminante que no se dirige hacia un punto de destino pues no lo hay. Mirará, sin embargo, con ojos bien abiertos todo lo que pase realmente en le mundo; asimismo, no deberá atar a nada en particular el corazón con demasiada fuerza: es preciso que tenga también algo del vagabundo al que agrada cambiar de paisaje."

-Friedrich Nietzche

ALLAN POE OTRA VEZ

Un Sueño en un Sueño

¡Recibe en la frente este beso!
Y, por librarme de un peso
antes de partir, confieso
que acertaste si creías
que han sido un sueño mis días;
¿Pero es acaso menos grave
que la esperanza se acabe
de noche o a pleno sol,
con o sin una visión?
Hasta nuestro último empeño
es sólo un sueño en un sueno.

Me encuentro en la costa fria
Que agita la mar bravia,
Oprimiendo entre mis manos,
Como arenas, oro en granos.
¡Que pocos son! Y alli mismo,
De mis dedos al abismo
Se desliza mi tesoro
Mientras lloro, ¡mientras lloro!
¿Evitare ¡ oh Dios ! su suerte
oprimiendolos mas fuertes?
¿ Del vacio despiadado
Ni uno solo habre salvado ?
¿ Cuanto hay de grande o pequeño
Solo es un sueño en un sueño ?

ALLAN POE

El Corazón Delator

Edgar Allan Poe

¡Es verdad! nervioso, muy, muy terriblemente nervioso yo había sido y soy; ¿pero por qué dirán ustedes que soy loco? La enfermedad había aguzado mis sentidos, no destruido, no entorpecido. Sobre todo estaba la penetrante capacidad de oír. Yo oí todas las cosas en el cielo y en la tierra. Yo oí muchas cosas en el infierno. ¿Cómo entonces soy yo loco? ¡Escuchen! y observen cuan razonablemente, cuan serenamente, puedo contarles toda la historia.

Es imposible decir cómo primero la idea entró en mi cerebro, pero, una vez concebida, me acosó día y noche. Objeto no había ninguno. Pasión no había ninguna. Yo amé al viejo. El nunca me había hecho mal. Él no me había insultado. De su oro no tuve ningún deseo. ¡Creo que fue su ojo! Sí, ¡fue eso! Uno de sus ojos parecía como el de un buitre — un ojo azul pálido con una nube encima. Cada vez que caía sobre mí, la sangre se me helaba, y entonces de a poco, muy gradualmente, me decidí a tomar la vida del viejo, y así librarme del ojo para siempre.

Ahora éste es el punto. Ustedes me imaginan loco. Los locos no saben nada. Pero ustedes deberían haberme visto. Ustedes deberían haber visto cuan sabiamente yo procedí —¡con qué cuidado! — ¡con qué previsión, con qué disimulo, yo me puse a trabajar! Nunca fui más amable con el viejo que durante toda la semana antes de matarlo. Y cada noche cerca de la medianoche yo giraba el picaporte de su puerta y lo abría, ¡oh, tan suavemente! Y entonces, cuando había hecho una apertura suficiente para mi cabeza, ponía una oscura linterna sorda todo cerrada, cerrada para que ninguna luz saliera, y entonces metía mi cabeza. ¡Oh, ustedes habrían reído al ver cuan hábilmente la metía! La movía lentamente, muy, muy lentamente, para no perturbar el sueño del viejo. Me tomó una hora poner mi cabeza entera dentro de la apertura hasta poder ver como él yacía sobre su cama. ¡Ja! ¿Habría sido un loco tan inteligente como para hacer esto? Y entonces cuando mi cabeza estaba bien dentro del cuarto abrí la linterna cuidadosamente — OH, tan cuidadosamente — cuidadosamente (ya que los goznes crujían), la abrí apenas tanto como para que un único rayo delgado cayera sobre el ojo de buitre. Y esto lo hice durante siete largas noches, cada noche sólo a la medianoche, pero encontraba el ojo siempre cerrado, y así era imposible hacer el trabajo, porque no era el viejo quien me vejaba sino su Ojo Perverso. Y todas las mañanas, cuando el día irrumpía, iba con audacia a su cuarto y le hablaba valientemente, llamándolo por su nombre en un tono cordial, y averiguando cómo había pasado la noche. Entonces pueden ver que tendría que haber sido un viejo muy profundo, en verdad, para sospechar que cada noche, cerca de las doce, yo lo observaba mientras dormía.

Hacia la octava noche fui más precavido que lo común en abrir la puerta. El minutero de un reloj se mueve con más rapidez que mi propia mano. Nunca antes de esa noche había yo sentido el alcance de mis propias facultades, de mi sagacidad. Apenas podía contener mis sentimientos de triunfo. Pensar que allí estaba yo, abriendo la puerta poco a poco, y él ni siquiera soñaba con mis actos o pensamientos secretos. Yo casi reí con la idea, y quizás él me oyó, ya que de repente se movió en la cama como alarmado. Ahora ustedes pueden pensar que di marcha atrás — pero no. Su cuarto era tan como negro como la brea con la pesada oscuridad (las persianas estaban bien cerradas por el miedo a los ladrones), y por eso sabía que él no podía ver que la puerta se abría, y seguí empujándola constantemente, constantemente.

Entré mi cabeza, y estaba por abrir la linterna, cuando mi pulgar se resbaló sobre la lata que la cerraba, y el viejo saltó en la cama, gritando, "¿Quién anda ahí?"

Me quedé muy quieto y no dije nada. Durante una hora entera no moví ni un músculo, y mientras tanto no lo oí acostarse. Todavía estaba sentado en la cama, escuchando; al igual que yo lo he hecho noche tras noche escuchando los relojes de la muerte en la pared.

En un momento, oí un suave gemido, y supe que era el gemido del terror mortal. No era un gemido de dolor o de pena — ¡oh, no! Era el sonido sofocado que se levanta desde el fondo del alma cuando ésta se sobrecarga de temor. Yo conocía bien el sonido. Hace algunas noches, justo a medianoche, cuando todo el mundo dormía, ha brotado de mi propio pecho, profundizando, con su tremendo eco, los terrores que me enloquecían. Digo que lo conocía bien. Yo sabía lo que el viejo sentía, y lo compadecí aunque en mi corazón riera. Sabía que él había estado despierto desde el primer ruido débil cuando se había vuelto en la cama. Sus temores habían estado creciendo en él desde entonces. Había tratado de imaginarlos sin causa, pero no podía. Se había estado diciendo a sí mismo, "No es nada, es el viento en la chimenea, es sólo un ratón corriendo en el piso," o, "es un grillo que ha cantado sólo una vez." Sí, se había tratado de confortar sí mismo con estas suposiciones; pero fue todo en vano. Todo en vano, porque la Muerte aproximándose a él, lo había acechado con su sombra negra y había envuelto a la víctima. Y era la influencia fúnebre de la sombra no percibida lo que le hizo sentir, aunque no veía ni oía, sentir la presencia de mi cabeza dentro del cuarto.

Cuando hube esperado un largo tiempo muy pacientemente sin oír que se recostara, resolví abrir un poco — una muy, muy pequeña rendija en la linterna. Así la abría — ustedes no pueden imaginar qué tan sigilosamente, sigilosamente - - hasta que al fin un único rayo tenue como el hilo de una araña se disparó desde la rendija y cayó sobre el ojo de buitre.

Estaba abierto, bien, bien abierto, y me puse furioso al observarlo. Lo vi con perfecta precisión — todo un azul sombrío con un horrendo velo encima que heló la misma médula de mis huesos, pero no pude ver nada más de la persona o cara del viejo, ya que había dirigido el rayo como por instinto precisamente sobre el punto maldito.

¿Y ahora, no les he dicho que lo que ustedes confunden con locura no es sino la hiperestesia de los sentidos? ahora, digo, vino a mis oídos un sonido apagado, sordo, penetrante, así como el de un reloj envuelto en algodón. Reconocí ese sonido también. Era el golpeteo del corazón del viejo. Aumentó mi furia como el golpeteo de un tambor estimula al soldado en el coraje.

Pero aún así me contuve y me quedé quieto. Apenas respiraba. Sostuve la linterna inmóvil. Traté de mantener lo más firmemente que pude el rayo sobre el ojo. Mientras tanto el compás infernal del corazón aumentó. Creció más rápido y más rápido, y más fuerte y más fuerte, cada instante. ¡El terror del viejo debe haber sido extremo! Se hizo más fuerte, digo, más fuerte cada momento! — ¿me entienden bien? Les he contado que soy nervioso: y sí lo soy. Y entonces a la hora muerta de la noche, en el silencio terrible de esa casa vieja, un ruido tan extraño como ése me excitó a un terror incontrolable. Pero aún así, por algunos minutos más me contuve y me quedé quieto. Pero el golpeteo se hizo más fuerte, ¡más fuerte! Pensé que el corazón iba a estallar. Y ahora una inquietud nueva se apoderó de mí — ¡el sonido sería oído por un vecino! ¡La hora del viejo había llegado! Con un gran alarido, abrí la linterna y salté dentro del cuarto. Él gritó una vez — solamente una vez. En un instante lo arrastré al piso, y tiré la pesada cama sobre él. Entonces sonreí alegremente, al ver el acto tan bien hecho. Pero por muchos minutos el corazón siguió latiendo con un sonido ahogado. Esto, sin embargo, no me molestó; no podría oírse a través de la pared. En algún momento cesó. El viejo estaba muerto. Saqué la cama y examiné el cadáver. Sí, él estaba muerto, bien muerto como una piedra. Puse mi mano sobre el corazón y la mantuve allí varios minutos. No había pulsación. Bien muerto como una piedra. Su ojo ya no me molestaría más.

Si todavía me creen loco, ya no lo pensarán cuando describa las precauciones sabias que tomé para el ocultamiento del cuerpo. La noche pasaba, y trabajé rápidamente, pero en silencio. Lo primero que hice fue desmembrar el cadáver. Corté la cabeza. Después, los brazos. Después, las piernas.

Levanté tres de las tablas del piso del cuarto, y deposité todo entre las maderas. Luego reemplacé las placas tan hábilmente tan hábilmente, que ninguno ojo humano — ni siquiera el suyo — podría haber detectado algo fuera de lugar. No había nada para lavar — ninguna mancha de ningún tipo — ni un rastro de sangre -. Había sido demasiado cuidadoso para que eso ocurriera.

Cuando había llegado al fin de estas labores, eran las cuatro en punto —aún oscuro como a medianoche. Cuando la campanada señaló la hora, hubo un golpe en la puerta de calle. Bajé para abrir con el corazón alegre, —porque ¿qué había de temer yo ahora? Entraron tres hombres, quienes se presentaron, con perfecta suavidad, como oficiales de policía. Un grito había sido oído por un vecino durante la noche; la sospecha de algún crimen se había despertado, la información había llegado a la oficina de la policía, y ellos (los oficiales) habían sido enviados para investigar las propiedades.

Sonreí, — ¿porque qué había yo de temer? Les di la bienvenida a los caballeros. El grito, dije, fue mío en un sueño. El viejo, mencioné, había partido al campo. Llevé a mis visitantes por toda la casa. Los invité a que buscaran —que buscaran bien. Los conduje, en un momento, a su habitación. Les mostré sus tesoros, seguros, inalterados. Con el entusiasmo de mi confianza, traje sillas al cuarto, y les rogué que descansaran aquí de sus fatigas, mientras yo mismo, con la osadía salvaje de mi triunfo perfecto, coloqué mi propio asiento en el mismo lugar sobre el que descansaba el cadáver de la víctima.

Los oficiales estaban satisfechos. Mi comportamiento los había convencido. Yo estaba particularmente tranquilo. Ellos se sentaron y mientras yo contestaba animadamente, charlaron de cosas familiares. Pero, mientras tanto, sentí que me iba poniendo pálido y deseé que se fueran. La cabeza me dolía, y me imaginé un zumbido en mis oídos; pero ellos aún estaban sentados, y aún charlaban. El zumbido se hacía más claro: hablé desenfrenadamente para conseguir librarme de lo que sentía: pero continuó y ganó carácter definitivo — hasta que, en un momento, descubrí que el ruido NO estaba dentro de mis oídos.

Sin duda que ahora me puse muy pálido; pero hablé más fluidamente, y en voz más alta. Sin embargo el sonido aumentó — ¿y qué podía hacer? Era un sonido apagado, sordo, penetrante — muy parecido al que hace un reloj envuelto en algodón... Me costaba respirar, y sin embargo los oficiales no lo oían. Hablé más rápido, más vehementemente pero el ruido constantemente aumentaba. Me levanté y argumenté sobre tonterías, en un tono alto y con gesticulaciones violentas; pero el ruido constantemente aumentaba. ¿Por qué no se iban ellos? Recorrí el piso de aquí para allá con pasos pesados, como si me excitaran a la furia las observaciones de los hombres, pero el ruido constantemente aumentaba. ¡Oh Dios! ¿Qué podía yo hacer? ¡Lancé espuma — enloquecí — maldije! Movía la silla en la que había estado sentado, y la hacía rechinar sobre las tablas, pero el ruido se levantaba sobre todo y continuamente aumentaba. Se hizo más fuerte — más fuerte — ¡más fuerte! Y todavía los hombres charlaban gratamente, y sonreían. ¿Era posible que no lo oyeran? ¡Dios Todopoderoso! — ¿nada, nada? ¡Ellos oían! — ¡ellos sospechaban! — ¡ellos SABÍAN! — ¡ellos se estaban burlando de mi horror! — esto pensé, y esto pienso. ¡Pero cualquier cosa era mejor que esta agonía! ¡Cualquier cosa era más tolerable que este desprecio! ¡Ya no podía soportar más esas sonrisas hipócritas! ¡Sentí que debía gritar o morir! — y ahora —otra vez —¡escuchen! ¡Más fuerte! ¡Más fuerte! ¡Más fuerte! ¡MÁS FUERTE! —

"¡Villanos!" grité, "¡no disimulen más! ¡Admito el acto! — ¡arranquen las tablas! — ¡aquí, aquí! — ¡es el latir de su horrible corazón!"

marzo 11, 2006

NINTENDO... PUERTA HACIA LA FANTASIA








Super Mario es sin duda hoy en día uno de los personajes s populares y reconocibles a lo largo y ancho del planeta. Quizá ya a estas alturas que los video-juegos facturan más que Hollywood, y que el contenido subersivo de índole fascista y las pedndejas canciones que hacen que Disney esté de capa caida, se podría afirmar que Super Mario es incluso más popular que Mickey Mouse. Lo que el populacho no sabe es que el mundo colorido, mágico y surrealista de los video-juegos provienen principalmente de los alucinógenos. La apología a las drogas de esta índole en gran cantidad de juegos del personaje es clara y explícita, como veremos a continuación, observando la evolución de Mario en el tiempo.

La primera aparición de Mario en la historia del video-juego, fue en el famoso título Donkey Kong, que aparició en arcade allá por el año 1981.En este juego, nuestro amigo (aún sin nombre) debía rescatar a su novia (todavía no era princesa) de las garras de un mono esquizofrénico que no se como cojones habría llegado a parar a lo alto de un edificio en construcción con infinidad de barriles en el último piso. No hace falta hablar demasiado de este juego, es otro gran clásico de la época, ademas de tener una versión, quizá la más popular de todas, en una de esas viejas maquinitas con dos pantallas LCD que usaban pila de botón y que causaban furor entre los infantes antes de que naciera la Game Boy.

En la segunda parte del Donkey Kong, Donkey Kong Jr., el pequeño bigotudo (todavía sin nombre) aparecía como malo malvadísimo que tenía en la selva enjaulado al mono esquizofrénico en lo alto de un árbol. No sabemos cómo cojones había llegado el cabrón hasta ahí arriba, cargando con la jaula del mono enorme, pero lo que sí sabemos es que por primera y última vez, Mario es el malo del juego. Esta vez, el hijo del mono es el protagonista que debe salvar a su padre.


En 1983, por fin llegamos al primer juego de Mario como Mario, su estreno como héroe de primera fila. Aquí, ya descubierto como el fontanero trabajador que es cuando no está de viaje, debíamos de despejar las cloacas y las cañerías de una serie de bichos como insectos, tortugas o abejas. Por primera vez aquí aparece también Luigi, el hermano del alma, secundario por excelencia pero no por ello menos drogadicto.

Un año después apareció Super Mario Bros. ¿Hay alguien en todo occidente que no haya probado este juego en una NES, clónica o no clónica? El primer super ventas de la historia del video juego, la aparición de este juego vino a la par que la consola de 8 bits de Nintendo, suponiendo la creación del primer personaje famoso, reconocible y capaz de vender infinidad de mercancia, catapultando el imperio Nintendo hasta donde esta ahora. ¿Pero, por qué? ¿Qué tiene este juego que lo haga ser tan bueno? O mejor planteado, ¿que clase de sustancia llevó a Shigeru Miyamoto a parir semejante obra de arte? Como todos bien sabemos, en Super Mario Bros, nuestro fontanero bigotudo favorito debía rescatar a una princesa de las garras del malvado Bowser, un ¿galápago punk? ¿dragón? ¿tortuga con mal aliento? que siempre se obsesiona con la jodida y cursi princesa. Para llegar hasta su amada, el hombrecillo debía pasearse por mundos con ladrillos que flotan en el aire, champiñones que andan y tortugas de colores varios, recorrer castillos y fortalezas, mundos acuáticos y bosques de champiñones planos. Y todo ello acompañado de champiñones adornadotes con brazos y piernas que te van animando el camino.

A partir de este juego, las sucesivas secuelas en la NES de 8 bits, en Super Nintendo, en N64, en Game Boy y en cualquier otro aparato de la compañía nipona, incluidas las variantes como el Mario Kart, las setas y las flores han sido items que siempre han aparecido, y la cuadrilla de personajes y malos, así como el mundo mágico y colorido. En Super Mario 64, uno de los mejores juegos de la historia si no el mejor, podemos observar cómo sería dicho mundo en 3D. A diferencia de una simple conversión del clásico juego de plataformas a la tercera dimensión, con un resultado final que podría ser del estilo de Crash Bandicoot, el mundo recreado en 3D para Mario, viene a ser un Tomb Raider infantilizado, que mantiene infinidad de elementos de los juegos anteriores pero recrea un mundo increíblemente mágico y subversivo.



Bien. Analicemos hasta ahora: Un fontanero. Italiano. Fontanero, por si alguien no se ha enterado. Vive con su hermano. ¿Donde aparece, de pronto en la vida de un fontanero italiano, una princesa? ¿Como pasa el wey de limpiar cañerías de insectos a un mundo tan colorido y mágico? Efectivamente, como todos lo habrán pensado: las drogas. Los dos elementos clave que dan poder a Mario en este juego son: las setas y las flores. Cuando se come una seta, Mario se hace grande ¿?. Cuando se come una flor, Mario dispara bolas de fuego. ¿¿?? Como todo el mundo sabe, en los video-juegos, sobre todo en los antiguos de plataformas, no se busca ni muchísmo menos la realidad, como podemos observar en los Donkey Kong. Pero no es lo mismo un mono que llega hasta arriba de un edificio con infinidad de barriles, que semejantes alimentos con propiedades tan curiosas a la par que sospechosas.



La seta que da poderes a Mario es demasiado similar a la Amanita Muscaria, alucinógeno por excelencia, compañero de gnomos y hadas, presentes en la literatura fantástica y una de las drogas más antiguas que la humanidad conoce. No hay duda. Tallo blanco, capuchon rojo con bolitas blancas. Como se puede ver en la imagen, si no es una Amanita Muscaria no hay seta en todo el reino de los hongos que sea más parecida.





La flor no es tan evidente. Es más, el diseño de la flor varía enormemente de un juego a otro, pero probablemente la idea parta de la flor que crece en el cactus del peyote. Una de las últimas creaciones de Nintendo donde sale el fontanero, Super Smash Brothers, tiene como item la clásica flor que permite usar el fuego, y esta es bastante similar a la flor del peyote.



También la hoja con la que Mario vuela por primera vez, en Super Mario Bros 3 para NES, está relacionado con los alucinógenos. La ayahuasca, planta cuya corteza es un potentísimo psicotrópico, luce unas hojas de color verde, casualmente del color que sale en el menú del mapa. No obstante en el juego la hoja es de color marrón. ¿Puede ser coincidencia, también? El color marrón es el de la corteza de la ayahuasca.



La estrella que hace invencible a Mario también tiene su referencia en el catálogo de alucinógenos que nos ofrece la Madre Naturaleza. El Anís Estrella, variante del anís que crece en América, se toma habitualmente en infusión y si bien no es un alucinógeno en cantidades habituales, una indigestión del mismo produce delirios y alucinaciones severas.









Hasta aquí podíamos estar sacando el tema de lugar, sin duda, pero la prueba definitiva esta aquí. En el juego Paper Mario, de la Nintendo 64, aparecen por el bosque, y más sospechosamente, en las casas de los goombas, en las despensas, una nueva clase de setas con una forma y color nuevos con respecto a cualquier otro juego de Mario. Sin embargo, se puede reconocer demasiado claramente como Psylocibe Cubensis, la otra seta alucinógena por excelencia. En este juego estas setas son simples detalles, y a la vez son más parecidas que nunca a las setas alucinógenas de verdad.



¿Simples coincidencias? El toque divino, mágico, lo que hace tan superiores a los juegos de Nintendo, el lugar de donde sacan tanta imaginación, no puede ser otro. ¡Pues claro!¡Las setas!