agosto 12, 2009

PORQUE "TEÑISTE MIS DÍAS DE FATAL MELANCOLÍA"

Recuerdo cuando en aquellos húmedos días de Agosto te conocí a través de un escrito tuyo, el cual versaba acerca de las malas y pocas virtudes de la vida. Del hastío que ésta producía en tu persona y cuanto odiabas las tardes lluviosas por la melancolía que inyectaba en tu sistema.
Largas eran la horas que dedicábamos a discutir las vehemencias de la vida, de cuan in
útil podía resultar sin alguien a tu lado para ayudar a cargar el pesado ladrillo que nos había tocado.





Con el paso del tiempo y las largas caminatas vespertinas fuimos cayendo en cuenta de lo mucho que nos necesitábamos el uno al otro; de lo extraño que resultaba amanecer juntos, del trabajo que costaba despegarnos al terminar las sesiones de prestidigitación en las que me hacías desaparecer y volver en un futuro lejano, ausente, sencillamente extasiado.

De pronto un buen día sin más ni más, decidiste partir, dejarme solo y confundido, aunque debo confesar que no me extrañaba el que lo hicieras, sino el momento, pues la situación no era la idónea, por el contrario, era un momento de fatal felicidad.
De pronto al ver tu cuerpo inerte en aquella caja de madera sazonada con los llantos y la incredulidad de tu familia, recordé al ritmo de los desmayos de tu madre, aquella tarde cuando tomaste mis manos tibias con las tuyas frías, tus labios azules y temblando me dijiste: “Tiñes mis días de fatal melancolía”, yo lo tomé un tanto a la ligera; así eras tú, ligera, relajada, terriblemente obstinada a largarte y dejarme aquí sembrado y sin volverme a regar con tus melancólicas aguas.

Esa mañana era soleada, fresca, el viento rozaba mi rostro y mi cabello acariciaba mis gafas. El teléfono sonó y conversamos por largo tiempo, acto seguido decidimos vernos y saldar una deuda pendiente, una de esas que se dicen de honor. Asistí a la cita y tú nunca llegaste, sólo llegó tu mensaje, crudo, desangrante y tácito. Lo habías hecho, por fin lo hiciste.
Sigo sin entenderlo, más tus diarios y los cientos de fotografías que pediste que me entregaran han ayudado a saberlo, y me atrevo a decirlo, si era yo el que teñía tus días de fatal melancolía.




1 comentario:

Ernesto dijo...

ah que bueno que vuelven las palabras...es bueno verte escribir asi de otra vez, buen post, saludos.