...

…y de pronto abrí los ojos y pude ver tu silueta junto a mi cama. Tus cabellos danzaban al ritmo matutino del viento primaveral, revuelto, loco. Una tremenda sensación me invadió, eran tus manos las que sentía frotarse contra mi cuello; estrujaste con fuerza y dijiste:

-no lo hago por ti sino por mí, por mi lucha-

Y así respiraste hondo y sin titubear me dejaste petrificado… a la distancia tus pasos desaparecían cual ocaso. Aquella silueta se desdibujaba, quería abrir la boca, levantarme.

El mundo se torno rojo carmesí.

-¿qué sigue ahora, a dónde iré, dolerá?-

Duendecillos multicolores susurran palabras sordas, llenas de odio y lujuria. Lenguas bífidas rozando mi piel, moscas gigantes volando en torno a mi huida, buitres morados con grandes gafas azules entorpecen las labores de rescate.

El camino recién comienza, arduas praderas forradas de olvido, destellantes de ironía. Nubes cargadas de chispeantes gotas de terror, rayos amarillos rompen en cólera por los álgidos cielos de Britania.

Grandes ubres llenan las interminables columnas que sostienen tu odio desmedido. Escúpeme a la cara y dime que regrese. Que no es suficiente tu osadía.