marzo 20, 2006

¿Aún vives?

Nuestro amor. Delirio de pasión incansable, sentidos despiertos, un rayo de luz, dos cuerpos y una sombra de mar. Labios húmedos donde sobrevive el pez despierto de tu lengua, joviales delfines que se elevan sobre la tempestad. Tu vientre inquieto por el fuego de mis dedos caminantes. Besos vivientes que dejas en mi piel, la hiriente necesidad de abrazarte, tu respiración salpicada de ligeros quejidos, el tacto ardiente de tus manos agradecidas y tu mirada de placer vencida, mujer infinita, mujer mía. Toda la emergía implacable de tu cuerpo de madera encendida y tu alma de sol caliente, noche estrellada de luna llena y serenata de grillos. La combustión incendiaria de tu cuello y mi saliva. Tu libertad, y el lindo velero que en tus ojos navega en busca del poniente y esa sonrisa mágica que empieza en ti y termina en mí. Comunión. Yo en ti y tú en mí.

Toda tú te extrañan mis manos, mi piel, mi boca, mi corazón que cabalgando alcanza al tuyo. Nuestra hoguera, nido de amor, juego cómplice de roble y enredadera, lucha y tregua, ansia y vida. Paulina. Una llamita ligera en mi voz suicida aletea con el viento y ansío suspirarte al oído esta tarde, cantarte a escondidas un juramento eterno de ternura salvaje, de loca ternura, decirte mi amor, mi amor, que soy tuyo nada mas y todo alrededor, todo lo que ves y lo que sientes, el mundo y el tiempo, la música y el silencio, son tan solo nuestro sueño. Un sueño tan nuestro.

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