septiembre 18, 2005

esta maldita tentación de existir...



Por qué no tirar del gatillo, por qué no ir más allá de mi cuerpo, sencillamente por qué existir...

Nadie sabe la respuesta, mucho menos el camino. Deambulamos errantes por el mundo, qué mundo, si ni siquiera vamos por toda su superficie, tan sólo pisamos un pequeño espacio de él en toda nuestra asquerosa existencia.


Esta maldita maquina sigue su rumbo sin especies completas, por qué habría de detenerse por mi ausencia. Me siento como una mierda cuando me doy cuenta de esto, quisiera que no fuera así pero la existencia no es gratis, siempre, cada uno de nuestros días tenemos que dar algo a cambio de nuestro paso errante y por las cosas que no son dadas.

Maldición, ustedes ignorantes de mi deseo de acabar con todo, de poder ser en toda la extensión de la palabra, de poder escribir mi nombre en los libros dorados de la existencia en conjunto de toda esta mierda que llamamos humanidad.

Tener un pedazo de la anhelada cosecha de una vida llena de virtudes y bienaventuranzas pero no es así, siempre la existencia me intercambia los favores dados.
Peor se ha de cobrar los favores emotivos, aquellos que hacen que uno sienta ganas de no irse de aquí, cuando los días pasan con gloria y plenitud absoluta sin que nada ni nadie lo detenga, al menos eso procuramos, pero ella, cruel acompañante decide cobrarnos tanta sensación, maldita, maldita, perra traicionera.

Cosa rara, el odiar tanto mi propia condición para así poder odiar a todo cuanto yo quiera, es difícil de entender, peor aún de llevar, más tengo la esperanza de nunca perder este anhelo de seguir aquí, de cuando la enfermedad nos hace presas querer salir airosos de ella a pesar de querer dejar de existir en más de una ocasión...

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