mayo 18, 2011

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No sé por dónde comenzar; dicen aquellas sabias palabras, un paso adelanto y después un paso atrás, nuestros sueños del pasado se convierten en jamás... En fin, hacía mucho que no escribía y es que han pasado muchas cosas, unas más rudas que otras y la verdad es que no había encontrado estos momentos de lucidez, sólo un largo aletargamiento casi paralizante. Y hoy tuve un largo día, bancos, el Ayuntamiento y demás actividades castrantes que de la mano con el calor se hacen casi infranqueables.

Basta, estoy rodeando, no quiero hablar de lo que pasa, pasó y pasará. Narrar las actividades del día, cotidianas, nos permite alejarnos del tema central. Nos abre una puerta para escapar a lo que en verdad quiere decirse. Por ejemplo, regresé a un antiguo trabajo, con mejores condiciones pero al fin y al cabo es retornar a un punto que parecía lejano, distante.
Otra de las cosas es que cuando vivía en casa de mis padres llegué a caer en la hipotésis de que debía salir de ahí para poder quitarme un viejo estigma y soltar amarras una vez más; pero esta vez sería diferente. Solté la única cuerda que me mantenía atado a tierra firme, solté las velas, subí el ancla y partí con rumbo desconocido. Tras superar el primer combate de la "prima nocta" a solas, sin el escudo de casa caí en cuenta que mi hipótesis se hacía un hecho.
Tras dejar tierra firme he podido dormir tranquilo y mi colchón acumula cada noche más millas de viaje.

He rencontrado ciertas sensaciones, he reafirmado mi fé, he crecido, me he librado de las cadenas y he tomado el timón al prescindir del capitán.

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