marzo 24, 2009

HOY

Éste fue un fin de semana excepcionalmente raro y fuera de borda, no sólo por las personas con las que conviví, sino que las situaciones en las que me vi inmerso me orillaron a reflexionar bastante.

El viernes según iba a haber un evento para mujeres pero pues se canceló porque ni una llegó. Al día siguiente, sábado, sería para hombres y se repitió la historia, nadie llego. Ese mismo día, pero de madrugada, que mejor dicho, ya era domingo en la madrugada, un cuate nos dio aventón a Colima, pues el evento era en Coquimatlán; total, venía el wey manejando ya medio pedo y que se le acaba la gasolina y bien campante se dio vuelta en U y se metió en el carril contrario, pero no se percató de que venía una camioneta hecha la madre y nos iba a golpear, afortunadamente se alcanzó a frenar y del susto no pasó.

Que bueno, pues me iba a tocar todo el golpe en mi puerta. Después fue una aventura el regreso, no había en qué y pues llegamos a Colima hasta casi las 6:00AM.


El domingo transcurrió leve y ya hoy lunes no fui a chambear porque tenía chorrillo. No obstante le dediqué un tiempo a ir a la oficina de Calzada Galván para poder platicar con un cuate. Llegado el momento de hablar con él, una persona en la cual confío a ciegas, me dejó abajo en una decisión en la cual necesitaba su respaldo. Ni modo. Debo confesar que más que enojado, estoy profundamente sentido, dolido de que lo haya hecho y más delante del equipo de trabajo.

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