abril 12, 2008

DEL ARCÓN... LLUVIA SALADA EN MI CARA... ESCUCHAME...


Ponte el saco, amiga, amante mía…

Mujer silenciosa, que en el momento del clímax te deshiciste en humedad y dejaste tus piernas abiertas ante mí como dilemas sin respuesta.

Mujer prohibida que viniste a recordarme que la cama no es para dormir sino para la carne y por ello te regalaste a mí.

Mujer sin preguntas, mujer sin dueño y a la deriva, que una tarde cualquiera saliste a pescar miradas en altamar y en la niebla varaste náufraga en un muelle fantasma entre mi ilusión perdida y mi realidad.

Mujer que no puedes existir a mi lado más que desnuda y en secreto. Mujer aventurera, que sin guerras ni palabras de fidelidad colonizaste un feudo encantado entre el sueño amado y mi presente certero. Mujer que a pesar de su entrega, en mi pecho jamás tendrá cabida.

Mujer que no puedo amar porque en un espejo olvidé la sonrisa, perdóname. Mujer condenada a serlo todo en un instante y luego nada, cuanto lo siento, pero has llegado demasiado tarde. Por ello sólo vete, que de nada te valdrá prender el fuego sobre cenizas de pasiones antiguas. Dame la espalda y ve sin miedo mujer indomada, con los senos erguidos aunque yo jamás te siga.

Vaga por el mundo con mi último beso en tu mejilla, y no mires atrás.

Porque fuiste viento al llegar a mí, recorre ciudades, despeina hombres, deshoja flores. Tu libertad no merece mi apatía. Para que no te canses de sobrevolar el mar, no te dejo en tu espalda ninguna carga, a manera de cortesía sólo te dejo una veraniega silla plegable, para que de cuando en cuando te sientes a descansar, contemplando atardeceres fugaces a la orilla de alguna isla.

¡Oh mujer inocente, amor de un solo día!

¡Olvídame pronto, aunque no tengas prisa!

Yo te aseguro, dulce musa repentina, que aquí yo no te aguardaré. Más si así lo quisieras, cuando nuevamente la luna llena te sorprenda más hembra que amiga, vuelve a mí. Vuelve justo la noche obscura en que mis labios ya casi te habrán de olvidar. Y en el silencio que antecede los amores furtivos, escribe con tu aliento en mi entrepierna que fuiste mía, aunque sepamos ambos que para que te ame mi alma, tengas que esperar tristemente hasta la siguiente vida.

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