abril 27, 2007

NOCHE DE INSOMNIO

Pues lo prometido es deuda y les traigo algo para su tan apreciado morbo. En días pasados me despedí con un poco de flojera. No creo que ésta sea una despedida definitiva, es más que nada una pausa obligada en el diario andar, es como dejar la mochila un tiempo y descansar, tomar aire, limpiar el sudor y beber un poco de agua.

“No estoy muerto simplemente estoy cansado” es duro el camino, es un tanto trillado el tener que seguir lidiando con antiguos demonios y no poder sortear aún los agrestes pasajes de las sensaciones pasajeras. Me desconozco cada vez que pienso en ti, muchas veces preferiría no tener que hacerlo, sin embargo no me queda más que volver a ponerme la mochila y seguir el camino…

A propósito de las traiciones y los golpes bajos…

CREPÚSCULOS DE LA CIUDAD
III
A la orilla, de mí ya desprendido,toco la destrucción que en mí se atreve,palpo ceniza y nada, lo que llueveel cielo en su caer oscurecido.Anegado en mi sombra-espejo midola deserción del soplo que me mueve:huyen, fantasma ejército de nieve,tacto y color, perfume y sed, ruido.El cielo se desangra en el cobaltode un duro mar de espumas minerales;yazgo a mis pies, me miro en el acerode la piedra gastada y del asfalto:pisan opacos muertos maquinales,no mi sombra, mi cuerpo verdadero.

Octavio Paz



Siempre que caigo en cuenta de que proyecto una sombra sobre el mundo puedo percatarme de lo pusilánime que me muestro ante las decisiones críticas en mi vida. Un claro ejemplo es mi falta de compromiso para con la persona que se ha tomado la molestia de amarme durante estos años, los cuales no han sido del todo fáciles. Duro camino, cruel destino y fatal melancolía son estandarte de mis pasiones rotas al margen de mi existencia, de lo que pudo y puede ser pero por una razón que siempre digo desconocer me cruzo de hombros y bajo la cabeza como clara señal de ignorancia arrojando dentro de mí toda la culpa posible por mentirte y por mentirme a mí mismo. Justo en la cúspide de las palabras me desanimo y comienzo a dibujar mundos alternos en los que nunca seré alcanzado.
No me basta con saberte cerca, siempre quiero más, quiero cada día estar más cerca de ti y poder teñir tus días de fatal melancolía, de surcar tu horizonte en mi aeroplano supersónico e inundar tus brazos con esperanzas de nuevos amaneceres.
Me odio cuando no sé qué hacer ante tu mirada desgarradora y tu timbre agridulce rompiendo el silencio de las mañanas nuevas que vienen con cada nuevo sol. Quisiera llevarte a esos mundos alternos, lejos de toda esta masacre de ira compulsiva y poder dejarte en alguna pradera rodeada de flores y rocío matutino, bailotear entre tus piernas y entender el universo de una sola vez para no tener que volver a cuestionarme el por qué de esta tan temida situación. Me odio tan terriblemente que estoy dispuesto a abandonarme a la orilla de una isla tranquila que me proporciones un lecho donde descansar en lo que cada vez parecen ser mis últimos días cuerdo y lucido. Colócame entre tus piernas, hazme sentir amado, cuélgame del ropero y déjame colgado ahí hasta que necesites de mi abrigo invernal.

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