agosto 24, 2005

un miserable recuerdo tuyo...

Donde estas maldita mía, donde has hundido mis entrañas, donde has tejido mis coronas, donde has amado mis alucinaciones. Contesta infeliz, te llamo y no contestas, pareces como muerta, tan sola sin mí, tan viva sin mí, quien puede siquiera saber qué demonios tramas, ¡¡qué diablos!!, no puedo mas que anhelar tu suspiro, tu pedante y necesario perfume, perfume de ira, de horror y de crueldad, crueldad misma que aniquila mis entrañas. Coloca pues el dardo final, jala el gatillo, clic, clic, dos tirones y no estalla mi cabeza, debo estar soñando, soñando con tus piernas, con tus muslos cual estepas desdichadas de llanto y de gozo. Llama a mi puerta, tan solo dime que has muerto, yo no lo sé aún, dímelo, sacúdeme con la verdad, goza de mi desdicha, come mis restos putrefactos cual buitre carroñero. Vete, déjame solo, huye tras tu vida, no me la regales, no la quiero, prefiero la muerte que el horror de no verte, de verte y no soñarte, así al menos te tendría al menos en mi mente, incompetente he quedado de repente con tu ansia de moverte y no tenerme maldita mía, mátame aunque sea de olvido, que moriré desolado y sin ser amado. Solo el olvido será mi cruel y fiel testigo de mi largo y doloroso hastío.


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