Lujuria es pedirte que te pierdas hoy conmigo,
sin decirte, sin pedirte, sin tocarte y estrecharte.
Que me contestes con los labios lo que siento,
que hoy sientes lo mismo sin el tiempo y el reflejo.
Este momento, esta impaciencia,
le echaré la culpa al sol,
no sé de qué, pero siento esa sensación,
esa insistencia de adorarte sin razón.
Conocer el sabor de tu piel
A sentir este vicio de saberte salada
sin sentir el calor de este fuego
y que te hierba la sangre.
Rodar tus cadencias y dormir con cansancio
aunque no se aparezca la carne
Soldar sin control lo que ellos llaman deseo
y sentir esa hambre sin tratar de saciarte.
Lujuria es eso y más.
Eres tú, es nosotros,
es buscarte y encontrarte
y perderte en ese mismo instante.
Me acechas, me llamas, me pides
lo que se pide sin pedir...
Tu mirada
Sombras en la obscuridad danzan, agitan, reviven. Noches solas, deseosas, extenuantes. Las cortinas volaban por los aires agitadas como por la mano indiscreta de quien mira al final de la habitación esperando a que algo suceda.
Cuerpos libres, llanos, tersos. Piel sensible, blanca, suave. Mi frenesí es el motor del mundo, de tu mundo.
Turbantes agitados por la luna, sentimientos efímeros, almas cálidas bailan al unísono bajo las sábanas, la vergüenza o la inocencia nos hizo suponer.
