Corre ya un año más, el recuerdo de tus labios se ha ido con la brisa matutina. Salió huyendo tras tu reflejo al encontrarse sólo y moribundo en el espejo que tantas veces fue mudo testigo de las caricias que me regalabas mientras te rogaba que no te fueras.
Es acaso una imagen lo que queda de tu recuerdo, por más que he buscado no he podido encontrar en el fondo del baúl tu timbre de voz; me atemoriza no poder escucharlo una vez más. Lo he extraviado, lloro a ríos por no poder escucharte, ni siquiera en mi memoria.
Siento una pena tan grande y miro al cielo, busco una explicación, será acaso que ya te he perdido o simplemente el olvido ha cumplido ya su cuota y te ha arrojado al vacio. No puedo escucharte, mi mente se satura y colapsa. El olvido te ha arrebatado de mis manos.
Me rehúso a soltarte, tal vez es miedo o simplemente me aferro a una falsa utopía, me tiro al vacio y no me sujeto a las paredes, sálvame, no me dejes ir. Tírate después de mi, al menos tiende una soga…